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Opinión | 21/03/2018
21 de marzo: Día Mundial del síndrome de Down
Gabi más diez
El 21 de marzo es el Día Mundial del síndrome de Down, tal como lo designó la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este día tiene el objetivo de resaltar la importancia de su autonomía e independencia, en relación a ello, compartimos un texto de Manuel Carreras. 
Esta iniciativa busca fomentar la conciencia pública y las valiosas contribuciones que las personas con este síndrome hacen a la sociedad.

Otro objetivo de este día es resaltar la importancia de su autonomía e independencia, en particular la libertad de tomar sus propias decisiones. 


Gabi más diez 


En mi infancia las tardes de fútbol en el Parque empezaban a partir de las 18hs. No hacía falta que nadie avise, no hacían falta mensajes entre padres, todos sabíamos la hora en que estábamos citados. 

“Lechuagua”, los hermanos Carranza, “Pochola”, Fogo, “Conejo”, Lucio, y muchos otros, nos encontrábamos después de la merienda. Cuando los hermanos Carranza llegaban con la pelota empezaba la ceremonia.

Uno que tenía asistencia perfecta era Gabi. No faltaba nunca. 

Siempre aparecía luciendo su remera del xeneize que en el pecho decía “Parmalat”. La usaba hasta para ir a la escuela, ya que a donde Gabi iba no los obligaban a usar guardapolvos, eran libres.

Gabi siempre estaba contento. Nunca se enojaba. “Lechuagua”, el hermano de Gabriel, tenía pocas pulgas y cuando iba perdiendo o algo no le gustaba era de ir a las manos. Cuando eso sucedía, Gabi, que muchas veces solía estar en su mundo, intercedía para calmarlo.

Cuando se aburría o se cansaba del picadito, Gabi optaba por ir a jugar a las hamacas. Yo no entendía muy bien por qué lo hacía, quizás porque Gabi no iba a ningún club y nunca entendió el futbol como una competencia, siempre lo vivió como un juego.

Sin embargo, a Gabi, como a todo jugador de fútbol, le gustaba pegar alguna que otra “murra”. Era muy común que dejara de observar el movimiento de los pajaritos e interviniera en el partido con un “hachazo”. Instantáneamente, con mucha picardía levantaba sus manos expresando “acá no pasó nada”. Nuevamente volvía a detener su mirada en los pájaros, quizás anhelando ser como ellos, eso no lo sé. 

Recuerdo que Gabi tenía la particularidad de sacarse la remera con mucha pasión para festejar los goles. Acción que el reglamento sanciona con tarjeta. Pero las tarjetas no existen en el campito.

A Gabi nunca le importó ganar o perder, siempre jugó para divertirse. Casi sin hablar, nos dejó un legado que muy pocos técnicos pueden transmitir. 
Gabi siempre fue nuestro 10, dentro y fuera de la cancha.


Por Manuel Carreras
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