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Opinión | 19/07/2018
A 11 años de la partida de Roberto Fontanarrosa
Cosa e’ Negro

Se murió Fontanarrosa. La información corrió como reguero de pólvora por todo el país.
El lamento se coló en los cafés. Se oyó en las esquinas. Fue tema central en los almacenes. En los campitos, varios pibes que arribaron a la literatura por sus cuentos improvisaron un minuto de silencio. Había partido un grande.
Aunque sabía de esa maldita enfermedad que ataca a unos pocos y que con mal tino puso la mira en el “Negro”, creí que la historia sería más larga. Es más, en ocasiones pensé que, milagrosamente, iba a recuperarse.
Sin embargo, cuando vi una de las últimas notas que le realizaron en televisión, entendí que el milagro no iba a llegar. Tal vez por eso no me sorprendió tanto cuando un amigo me mandó un mensaje con la noticia de que Roberto Fontanarrosa había fallecido. 
Después de recorrer distintos lugares y hablar con diferentes personas sobre el tema, entendí que en realidad Fontanarrosa no había muerto sino que se había mudado a un lugar de privilegio. Un lugar al que sólo acceden unos pocos: el corazón y la memoria de la gente. 
Además, recordé que inspirado en cuentos suyos (“La barrera”, “Viejo con árbol”, “El monito”, “La observación de los pájaros”) y de Osvaldo Soriano, alguna vez me animé a inventar una historia sobre el fútbol firmatense. 
También me vino a la mente la fría tarde de verano, donde sentados en un barcito de San Bernardo, Vero me leyó un cuento suyo que había publicado la revista Ñ. Nos abstrajimos de todo y nos reímos sin parar por más de una hora. 
Al caer el día, llegué a casa pensativo. Antes de entrar, miré al cielo, pensé en el “Negro” y dije: Gracias!! En la plaza de la otra cuadra, un pibe gritó: gooool. Volví a levantar la cabeza y sonreí.

 

| Opinión publicada en este Semanario el 24 de julio de 2007 |

 Periodista/Fuente: Mariano Carreras

 

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