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Opinión | 15/08/2019
Por Mariano Carreras
De la caridad a la solidaridad

¿Los argentinos somos solidarios? La pregunta emerge una y otra vez. Las respuestas varían según las circunstancias, los hechos y el análisis.

En catástrofes o necesidades inmediatas, solemos reaccionar bien, tener buenos gestos, ayudar. Somos gente sensible que acciona cuando logra ver que alguien la pasa mal. 

Sin embargo, creo que una reacción positiva ante una necesidad o un problema no es solidaridad, más bien podemos decir que es caridad o, en todo caso, un gesto solidario, pero no solidaridad. 

La caridad es un gesto breve, pasajero. La solidaridad es otra cosa. Es una acción sostenida en el tiempo, es memoria, compromiso. Hay personas e instituciones solidarias, pero la mayoría somos caritativos. 

Obsequiar un abrigo a quien tiene frío o comprarle un analgésico a quien tiene una dolencia no es solidaridad. Tampoco es solidaridad regalar un juguete a un niño humilde. Todos estos son gestos positivos, pero que entran dentro de la caridad.

El gran desafío que tenemos como sociedad es avanzar sobre acciones sostenidas en el tiempo, sobre acciones solidarias. Un gran gesto solidario es que todos, o al menos la mayoría, le pidamos a nuestros dirigentes que acuerden -más allá de las diferencias partidarias- que a los niños no puede faltarles un plato de comida, atención médica, educación. 

Solidaridad es tener memoria, es saber que cuando se van las cámaras las necesidades siguen y los problemas persisten. La solidaridad es un trabajo a largo plazo, son soluciones de fondo. 

Los argentinos somos caritativos, nuestro gran desafío, para ser una sociedad más igualitaria, es ser solidarios, es pensar en el otro, en los otros, todos los días.

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