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Educación | 02/03/2021
Por Micaela Pellegrini
Maestras tenían que ser. La docencia como puerta de acceso hacia la conquista de derechos
Desde hace varias décadas el mes de marzo se distingue por ser la fecha en la cual se celebra el Día Internacional de la Mujer. Específicamente, hacemos referencia al 8, cuya interpretación fue variando a lo largo del tiempo por parte de la sociedad. Si echamos un vistazo hacia atrás y a corto plazo, podemos reconocer “el Día de la Mujer” como una fecha que, con la intención de “revalorizar” a las mujeres, se las terminaba inferiorizando. De tal modo, bombones, frases hechas, concursos de belleza u obsequios propios “de su sexo”, más que realizar un tributo, terminaban por reforzar el estereotipo de una supuesta sensibilidad y debilidad femenina.

El Día Internacional de la Mujer poco tiene que ver con las rosas y corazones, se trata más bien de una historia cargada de lucha y empoderamiento femenino. Si avistamos en la historia existen muchas versiones acerca del origen del día conmemorativo. Algunos historiadores lo atribuyen al incendio ocasionado (año 1867) en una fábrica textil por parte del patronato hacia las obreras quienes se encontraban en una jornada de lucha. Otros, rescatan la realización de una huelga impulsada desde un grupo de obreras del hilo y la aguja de New York; o de trabajadoras del planchado, que, siendo sindicalizadas, exigieron un aumento salarial. Lo cierto es que resulta difícil poder determinar cuál ha sido el motivo en sí por el cual se conmemora el día de la mujer, puesto que durante la bisagra del siglo XIX y XX las mujeres supieron desarrollar una aguerrida actitud frente a las injusticias.


Por tal motivo, desde la historia de/con mujeres y con perspectiva de género, se propone analizar el surgimiento del 8 de marzo, no como producto de un hito histórico en sí, sino como la materialización de un período histórico en el cual las mujeres desarrollaron un conjunto de estrategias de lucha a los fines de obtener los mismos derechos que los varones. En este sentido, resulta la fecha simbólica que le da cuerpo al grupo de mujeres, sufragistas, militantes, obreras, sindicalistas, escritoras, masonas, etc., que, desde sus lugares singulares, aportaron con la utopía de la igualdad.

Ahora bien, entre ese conjunto de mujeres se encontraban muchas maestras. En el caso de Argentina, podemos mencionar varios nombres propios de docentes que participaron en la lucha colectiva: Alicia Moreau de Justo, Juana Manso, Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Alfonsina Storni, Florencia Fossatti, Herminia Brumana, Marta Samatán, Bernardina Da-bat… y muchas más.

Es decir que, si recorremos el pasado buscando los nombres propios de las mujeres que han luchado por los derechos conquistados, nos encontramos con que la mayoría eran maestras. Esto, porque durante las primeras décadas del siglo XX, una de las pocas profesiones permitidas para “las muchachas decentes” era la enseñanza de las primeras letras. Fundamentalmente, porque se consideraba a la profesión docente como una extensión de la función materna. Entonces, si las mujeres eran las encargadas de procrear y criar a sus hijos/as, esas mismas aptitudes podrían ser desarrolladas perfectamente en la proyección de otros/as hijos/as (no propios/as). Además de eso, durante el 1900 se impulsaba a las muchachitas hacia la docencia porque al Estado le resultaba mucho más económico tener mujeres que varones en el aula ya que suponía que el “sexo débil” no era el sostén económico del hogar.

Por lo tanto, el ingreso de las mujeres al mundo de la docencia tuvo una connotación altamente sexista. Sin embargo, muchas muchachas, utilizaron el magisterio como una puerta de acceso a otros espacios públicos vedados por su condición femenina. Tal era el caso de la política, la escritura, los gremios y demás actividades que las distanciaba de las tareas hogareñas.

Incluso actualmente, el trabajo de la transmisión sigue manteniendo un alto porcentaje de mujeres frente al aula. La feminización de la docencia, no solo arrojó números importantes durante las primeras décadas del siglo XX, sino también en las primeras del XXI. Y en tal sentido, también en la contemporaneidad, muchas docentes, proyectan su profesión más allá de lo exclusivamente áulico.

Por lo cual, ya hace mas de un siglo que las mujeres estamos al frente de la transmisión de la enseñanza y la militancia en todos sus aspectos. En efecto, este 2021 se presenta como uno de los hitos más importante para la profesión. Hacemos alusión específicamente a la vuelta de las clases presenciales en el medio de la pandemia y con débiles protocolos y escasos recursos que permitan su cumplimiento. Es por este motivo, que este 8 de marzo exige el reconocimiento hacia las obreras de la educación, quienes cotidianamente, se encuentran en la primera línea de fuego: educando, pero también luchando por un mundo mas justo.


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Periodista/Fuente: Micaela Pellegrini Malpiedi | Profesora, Licenciada y Doctora en Ciencias de la Educación (UNR-ISHIR/CONICET)
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