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Educación | 06/04/2021
“Santa Fe, mi país” | Por Gustavo Battistoni
Santa Fe en tiempos de la Confederación
El magno proyecto urquicista, intentó constituir un país federal, donde la hermandad provincial fuera el centro de gravedad para construir una república moderna. La brevedad de la Confederación Argentina no es óbice para justipreciar lo que significó como posibilidad en un país que sigue padeciendo la asfixiante hegemonía porteña.

En las cabezas más preclaras estaba la convicción de que el baldío territorio nacional debía ser fertilizado por el trabajo nativo pero que era muy importante, en un país casi desierto, contar con la inmigración extranjera. Así nació la ciudad de Esperanza, donde gente de distintos credos y convicciones aunaron su esfuerzo para crear una nueva sociedad.


Lina Beck-Bernard, inmigrante francesa y autora del libro “Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862)”, fue una de esas pioneras que vinieron a fertilizar nuestra comunidad con plena confianza en el futuro. Con su compañero Charles fundaron la Colonia de San Carlos, una de las primeras radicaciones de productores extranjeros en el país.

La pérdida de dos de sus hijos hizo que decidiera volver a vivir en Europa, pero su amor por esta tierra lo demuestra en las emotivas y comprensivas páginas que le dedicó a nuestra región. Intelectual de acendrada cultura, amiga de Sainte- Beuve, poeta y reformadora preocupada por la situación de los esclavos y el lugar de las mujeres en la sociedad moderna, merece un lugar estimable en la historia de la provincia de Santa Fe. Gabriela Margall y Gilda Manso en el volumen segundo de su “Historia Argentina contada por Mujeres”, le asignan un papel eminente como observadora de los acontecimientos nacionales luego de la batalla de Caseros.

El libro relata el periplo de la autora desde su salida de Southampton el 9 de enero de 1857, su arribo a las costas del Brasil, y finalmente su llegada a Buenos Aires para recalar en la ciudad de Santa Fe. Está grávida la obra de agudas observaciones como su mirada de la esclavitud, don-de compara la condición de los negros en el Río de la Plata diferenciándola de la monstruosa situación que padecían los oprimidos afincados en el Brasil y en América del Norte. Expresa:” En este asunto de la esclavitud, las repúblicas hispano-americanas se han mostrado grandes, desinteresadas. Han condenado a muchas de sus familias a la escasez y a la indigencia misma. El sacrificio ha sido grande. Sería menester haber contemplado como nosotros las ruinas y las victimas, para hacerse una idea de lo que costó la realización del alto y noble ideal de la manumisión. Y estos países no se han echado atrás, ni han vacilado un momento para llevarlo hasta el fin”. Hermosa reflexión que aquilata la grandeza de nuestros ancestros en un país acostumbrado a la autoflagelación.

Sobre los santafesinos:”Los hombres, de cualquier rango social, son extremadamente corteses con las señoras. Desde el gaucho del campo que nos vende la leña, y parado en su carreta de bueyes me dice: ’A sus pies señora…’, hasta el gobernador de la provincia, en todos notamos la misma cortesía de modales y lenguaje”, y de las santafesinas:”Con pocas excepciones las mujeres son reinas y señoras en el interior de sus casas y en verdad no ejercen un gobierno muy constitucional. Esto hacía decir a un genovés casado con una argentina:’-De este país podría decirse lo que Maquiavelo escribió de una ciudad republicana de Italia: Es el paraíso de las mujeres, el purgatorio de los hombres, el infierno de los animales’ ”.

A Don Estanislao, el gran caudillo santafesino, le dedica estas elocuentes palabras: “El General López era un carácter de temple antiguo, sumamente bravo, de acendrada probidad, y había obtenido, por la sola práctica de esas severas virtudes, un gran ascendiente sobre sus comprovincianos”.

Es de resaltar la agudeza de la mirada de la escritora, una persona sumamente curiosa que se preocupaba por el bienestar de la población indígena preexistente, como de las posibilidades del campo santafesino, su riqueza ecológica, con mirada zahorí de las costumbres de la Santa Fe de mediados del siglo diecinueve, en particular de los festejos del 25 de Mayo y del carnaval. Su escritura es amena, dueña de un colorido singular.

Leyendo su obra, uno siente nostalgia por esa provincia de Santa Fe confederada que no pudo ser, cuyo puerto de ultramar era la ciudad de Rosario, a la que le dedica estas palabras:”Rosario es una hermosa ciudad, grande, floreciente, el mercado principal de la Confederación Argentina después de Buenos Aires”. Sin el monopolio de la aduana y el puerto en manos de Buenos Aires, Santa Fe hubiera sido la provincia más rica de la Argentina, sin dudas.

El título original del libro en francés es: “Le Rio Parana, Cinq années de séjour dans la République Argentine”, que su traductor, el historiador José Luis Busaniche, ha preferido titular “Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1962)”, por ajustarse más a la realidad de los tiempos confederados. Lina Beck-Bernard nació en un pequeño pueblo de Alsacia, Bitschewiller, en 1824 y murió en Lausana, a los 64 años de edad.

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