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Cultura | 28/03/2023
Por Gustavo Battistoni
El Federalismo de Pedro Ferré

Pedro Ferré pertenece al panteón de los grandes hombres de nuestra historia. Su lucha por la independencia económica y sobre todo por un país Federal, lo hace un continuador de la brega de José Gervasio Artigas. Nadie como él, entendió la importancia del Río Paraná como motor del desarrollo de las fuerzas productivas y su envergadura geopolítica.

Sus gobiernos fueron magistrales, dejándonos el legado de que toda política nacional debe comenzar por la movilización de los propios recursos, entendiendo que el desarrollo endógeno es la base de una estrategia de soberanía ante cualquier poder extranjero. Una prueba palmaria de esto, es el plan de fomento del comercio exterior, aprobado por la legislatura correntina el 29 de octubre de 1832, que entre otras disposiciones dictaminaba la prohibición de la introducción de muebles y efectos extranjeros que las demás provincias hermanas pudieran abastecer. Con esta medida, no solo quería proteger a Corrientes de la competencia extranjera, sino tener una política de integración con las demás provincias argentinas.

La esencia del Federalismo del gran gobernante la podemos ver, empero, en su participación en las discusiones preparatorias del Pacto Federal de 1831, donde presentó un proyecto de Tratado que hubiese cambiado radicalmente la situación en el Litoral argentino. Planteaba tres cuestiones fundamentales que la provincia de Buenos Aires no podía aceptar porque con ellas finalizaba su hegemonía:1) Conformar un Congreso Constituyente que sancionara una Carta Magna 2) Distribuir las rentas aduaneras federalmente 3) Habilitar otros puertos ajenos al porteño para el comercio exterior.

El Proyecto Correntino era un verdadero programa de gobierno que tendía a la organización administrativa de la República Argentina, la imposición de un Tesoro de carácter nacional y a implantar el proteccionismo económico para las escuálidas manufacturas del interior.

Particular interés para nuestra provincia tenía el artículo decimotercero, que habilitaba el puerto de Santa Fe, quitando el monopolio recaudatorio de los impuestos a la Provincia de Buenos Aires.

La aplicación de sus ideas hubiera significado la federalización inmediata de nuestra República, estampando los derechos y obligaciones de las distintas provincias en una Carta Magna que estableciera la concordia en el país. Buenos Aires, ya fuera por imposición de Rivadavia, Rosas o Bartolomé Mitre se opuso, sistemáticamente, a democratizar el producto de la aduana y el puerto, que eran la base su poder. Las excusas de quienes no querían perder su hegemonía sobre el resto del país, con la falacia de que no era aquel el momento para organizarse, era solo un ardid para mantener sus privilegios.

Estas progresistas concepciones encontraron la oposición feroz de la Provincia de Buenos Aires en la opinión de su vocero, José María Roxas y Patrón, un comerciante librecambista que había apoyado la constitución unitaria de 1826 y era mano derecha de Juan Manuel de Rosas. El representante porteño se valió de todas las artimañas posibles para neutralizar a Pedro Ferré, traer a su bando librecambista al representante de Entre Ríos, Diego Miranda y lograr que Domingo Cullen tenga que aceptar las imposiciones centralistas, en medio de la amenaza que significaba la Liga Unitaria presidida por José María Paz. Esto hizo que el gran correntino dejara la representación de su provincia en manos de Manuel Leiva, que siguió luchando por los principios federalistas, pero que desistió firmar el Pacto el 4 de enero de 1831, para adherir tiempo después.

Luego de dejar la representación de su provincia, Pedro Ferré fue elegido nuevamente gobernador, por tercera vez, el 15 de diciembre de 1830. Decepcionado por el camino que llevaba al cercenamiento de derechos del interior en el Pacto de 1831, escribía en una elocuente epístola:” (Buenos Aires) que blasona de ser federal, se procuraba la ruina de todas las provincias a costa del engrandecimiento de la provincia bonaerense y que las demás le sirvieran de peones”. Consideraba que ese fue el objetivo de Buenos Aires desde la Revolución de Mayo y remataba:”Juzgo, lo será siempre”. En sus Memorias, consideraba que los porteños tenían la creencia de poseer el derecho de dominar a los pueblos del antiguo Virreinato y juzgar a Buenos Aires el heredero de Fernando VII. Mutatis Mutandis, hasta el día de hoy nos encontramos con esa injusta y añeja situación.

En una incisiva carta a Juan Manuel de Rosas, se explayaba sobre los males del librecambio: “Supuesta franqueza que se ha dado al comercio extranjero, mírese en ese pueblo cuál es hoy la suerte de los artesanos y de familias enteras, con la introducción de las obras hechas en la extranjería, con cuyo trabajo e industria proporcionaban su subsistencia en otro tiempo, y que ahora se han visto en la dura necesidad de abrazar otro partido menos honroso a la vez”. Estados Unidos, de la mano de Alexander Hamilton, defendía la protección de las industrias nacientes de su país, legado que seguirá sosteniendo Abraham Lincoln hasta su asesinato por los esclavistas sureños.

La República Argentina le debe a Pedro Ferré un justo homenaje por su lucha por el Federalismo y nuestra independencia económica. El olvido de su figura es una clara manifestación de la decadencia en la que nos encontramos y debemos revertir.
Periodista/Fuente: Gustavo Battistoni (Escritor e historiador firmatense)
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