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Ciencia | 09/08/2023
Por Bernardo Bazet Lyonnet
Explorando el impacto de la percepción en la ciencia
¿Qué sucedería si la humanidad careciera del sentido de la vista? En un viaje especulativo, nos sumergimos en un escenario donde la ceguera colectiva redefiniría nuestro acercamiento a la ciencia y, en particular, al estudio de la luz y la mecánica cuántica. Esta reflexión nos invita a cuestionar cómo nuestras percepciones limitan y enriquecen nuestra comprensión del mundo, y cómo nuevos sentidos desconocidos podrían revelar los misterios que aún nos escapan.
En su obra “Ensayo sobre la ceguera“, el renombrado escritor José Saramago exploró las consecuencias sociales de una humanidad que repentinamente se ve privada del sentido de la vista. Haciendo un paralelismo, imaginemos cómo hubiera sido el desarrollo de la ciencia, y en particular del estudio de la luz, si la humanidad careciera de vista.

Es importante destacar que la vista es una condición meramente biológica y que, en una hipotética línea evolutiva distinta, podríamos haber adquirido otras cualidades sensoriales en lugar de la vista, siendo todos nosotros completamente ciegos. Tal posibilidad pudo haber sido una realidad, y mi objetivo aquí es analizar la importancia de nuestras percepciones en la construcción del conocimiento de la realidad. En particular, examino el ejemplo de la mecánica cuántica, que justamente estudia el comportamiento de la luz, aquello que normalmente percibimos al abrir nuestros ojos.


Si todos fuéramos ciegos, la luz seguiría existiendo, pero no la percibiríamos directamente. Sin la capacidad de ver la luz, es probable que la humanidad nunca hubiera descubierto su existencia o su naturaleza. La noción de la luz como una entidad fundamental del universo quedaría fuera de nuestro alcance. El estudio de la luz sería un campo científico considerablemente más complejo sin la capacidad de observarla. En un mundo ciego, los científicos enfrentarían desafíos insospechados para estudiar la luz y sus fundamentos, lo que podría alterar nuestra comprensión de la realidad.

Sin embargo, ¿por qué aventurarse en un supuesto sobre cómo sería nuestra comprensión del mundo si fuéramos ciegos, cuando en realidad la mayoría de nosotros no lo somos? ¿Es solo un mero ejercicio mental? La verdad es que explorar esta idea nos brinda una valiosa perspectiva sobre la increíble complejidad y lo inmensamente paradójico y anti-intuitivo que es el universo, al menos a escala subatómica. El hecho de que no podamos observarlo directamente a todas las escalas es lo que lo convierte en un desafío tan asombroso para la ciencia. Sin embargo, cabe destacar que desde hace más de un siglo se han descubierto numerosas verdades que nunca fuimos capaces de observar directamente, sino que se dedujeron a través de las fórmulas matemáticas de las teorías científicas.


Incluso en la actualidad, seguimos enfrentando incógnitas en el ámbito científico que no tienen solución. Cuestiones como una teoría cuántica de la gravedad siguen sin encontrar respuesta. Nuestra evolución nos dotó de sentidos, incluida la vista, pero ¿y si hay otros sentidos desconocidos para nosotros que podrían permitirnos ver lo que actualmente permanece fuera de nuestro alcance? Tal vez, una percepción adicional, para la cual aún no tenemos ni nombre ni concepto, podría desvelar las respuestas que buscamos.

En última instancia, es posible que nuestra biología, con sus limitaciones sensoriales, esté imponiendo barreras en nuestra comprensión de la realidad. No obstante, el hecho de enfrentarnos a estas limitaciones nos impulsa a buscar respuestas y a cuestionarnos cada vez más para expandir el conocimiento sobre el mundo en el que habitamos.Tal como afirmaba Galileo Galilei, “Las matemáticas son el lenguaje con el que Dios ha escrito el Universo“, y parece ser este camino el que nos llevará hacia una comprensión más profunda y completa de la realidad (y, a su vez, nos llama a reflexionar sobre el sistema educativo).

La interacción de nuestras capacidades perceptivas y el mun-do que nos rodea es una fuerza fundamental que da forma a nuestro conocimiento científico, lo que nos recuerda la importancia de valorar y preservar la riqueza de nuestros sentidos en el proceso de búsqueda de la verdad en la ciencia. La ciencia avanza, la curiosidad humana no tiene fronteras, y es precisamente esa búsqueda constante la que nos acerca, paso a paso, a descubrir los enigmas más profundos y fascinantes que el universo nos presenta.

Periodista/Fuente: Bernardo Bazet Lyonnet (Lic. en Biotecnología)
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